Sábado 8 de febrero de 2014, Estado de México. Evidentemente no pensaba.
Aquella madrugada intenté esperar a que aclareciera,
pero no podía seguir ni un instante más ahí,
así que me levanté de mi a diferencia tuyo helado refugio,
subí las escaleras, tomé mis pertenencias
y sin querer verte y tú sin siquiera sentirlo,
te disparé un beso muuuuuy fuerte,
lleno de vaho, ¡envenenado de hiel!, pero te lo aseguro:
¡repleto de amor!
- ¿Y luego?,
contaminada de los nervios de siempre y empapada de miedo, salí corriendo...
No tenía ni idea de qué hacer, ni hacia dónde dirigirme,
¡pero qué importaba!,
si por fin pude echarme a llorar.
¿Sabes?, agradezco que esa noche tuvieses puesto un blindaje, porque hoy comprendo que te abría matado con aquella arma,
esa que se quedó cargada de balas, que evidentemente esa madrugada, no fui capaz de disparar.
Centli Eréndira
Con ya un poco de neuronas curadas y analizando aquellas cosas que dijo antes y posteriores a esa noche, debería ser muy fácil iluminar en mi vida todo el poema de abajo, sin embargo, a diferencia de Rodolfo Serrano, yo me quedaré maldiciendo un rato más, aunque espero que no sea por mucho tiempo.
Mensaje encontrado en una botella
Hace ya siete meses, tres días y dos horas,
naufragué en esta isla que no está en ningún mapa,
la primera semana lloré como un muchacho asustado
y el miedo vino a vivir conmigo.
Luego, maldije a Dios los quince días siguientes
y me pasé tres días sin agua ni comida,
los siguientes dos meses he añorado tu cuerpo
y soñado con el tibio rose de las sábanas.
Cada noche encendía hogueras en los montes,
pendiente de que un barco pasara por delante de esta isla maldita,
en la playa, he dejado mensajes de socorro, pidiendo que vinieras.
Arrojé cien botellas con mensajes urgentes
y durante tres meses aprendí que la vida es un cangrejo, un fruto,
el agua del torrente, el sol que cada tarde pinta de rojo el agua.
Ya no siento temores, recuerdo vagamente que más allá del mar
hay fusiles y espadas
y hombres que maldicen haber nacido un día
y que aquel mundo, era una isla de monstruos.
Ayer, me desperté cantando sin que nadie me dijera:
¡estás loco!, ¿a qué tanta alegría?
y cada tarde escribo en la arena unos versos que borran las mareas
y que de nuevo escribo.
Hoy, he visto pasar un barco no muy lejos,
he apagado raudo la luz de las hogueras
y he borrado todos los mensajes de auxilio,
afortunadamente el buque, ha pasado de largo.
Iluminado el Martes 18 de Junio de 2019 [Pero por desidia].